El estreno de la película Zona Sur de … nos ha colocado ante un cúmulo de realidades. Los simbolismos abundan. Uno de los que más destaca es el de la propiedad privada. La fuerte presencia en la vida cotidiana de este símbolo ha construido en el inconsciente colectivo boliviano un paradigma insustituible: Todos somos y seremos propietarios privados, pero todos sin excepción, tal vez propietarios un día y otro no, unos tendrán mucho y otros poco, pero propietarios al fin. En la película se pasan por fuego los conceptos tan complicados como la inutilidad de la propiedad de un surco en tierra comunal o la especulación inmobiliaria en barrios exclusivos. El espíritu propietarista boliviano queda en cenizas, así como se recompone de acuerdo con el proceso vital del ave Fénix. Debe ser la primera película postrepublicana que recoge los principales paradigmas del nuevo Estado Plurinacional que, para bien o mal, están ya aceptados entre todas las clases sociales de este país. No deja de impactar la irrupción de los “nuevos ricos” que en estos dos años de gobierno del MAS han aparecido como hongos, con ostentaciones muy evidentes. Creemos que estos últimos serán los fieles guardianes del sistema de propiedad privada e impedirán la socialización a la cubana.
Ahora se entiende porque el MAS ha planteado la cuestión de la propiedad como un polo de su supervivencia. Hay que despertar y estimular el derecho de poseer tierras, lotes, casas, edificios, condominios, chalets, palacios, etc. Y todo coincide con los afanes electoralistas que antes del 6 de septiembre convertirán a un sinfín de personas en propietarios de terrenos en áreas urbanas, disparando la especulación y relajando la pacífica convivencia. Con la nueva Constitución Política del Estado (CPE) el MAS pierde mucho si implementa las dos formas sacramentales de propiedad social, sea la estatal y aquella soportada por las cooperativas, que condujeron al fracaso y al aborto del proyecto socialista. En la pasada fiesta de Urkupiña, con todas sus alegorías y simbolismos vinculados con la propiedad privadas, se confirma que el actual sistema económico neoliberal, es el mejor caldo para optimizar la eficiencia de la economía. Todos los funcionarios de gobierno, incluido Evo Morales, ha reforzado la esperanza de sostener este sistema para alcanzar una amplia alianza social, pero sin frivolidades.
Habrá más cooperativas en la agricultura y la vivienda. El MAS defenderá a ultranza la pequeña y mediana empresa o los inmuebles de esas dimensiones, así como a los artesanos, minoristas, vivanderos y las pequeñas tiendas de barrio. Lo que preocupa es quién define si una empresa es mediana o pequeña, por ejemplo. No olvidemos que la propiedad privada, en gran medida, se concentra en las empresas. Dejando de lado el tema inmobiliario, las grandes empresas no gozan de la simpatía del MAS, y será al interior de estas donde se experimenten las formas más creativas de democracia líquida y de cogestión para impedir un centralismo secante; y desahogar así la creciente demanda de pegas para los masistas. En este país, la creatividad y la libre iniciativa ya no se piensan en grande, sino en M o en S, como las camisas.
No hay duda, tendremos más neoliberalismo para esta generación y la siguiente, pero retocadito. Cuidado, en este país los socialistas escarlata quieren para sí, sólo y exclusivamente, los negocios claves, como el transporte y las comunicaciones, la educación y el sistema de la salud. En el proyecto de CPE se ha inscrito que estos rubros deberían ser “propiedad privativa” del pueblo, gestionada por el Estado. En estos casos se vienen nacionalizaciones, expropiaciones, confiscaciones, tomas, expulsiones, desposesiones, etc.