Ya nos estábamos acostumbrando a esa escena humillante que se repetía en las puertas de los colegios y escuelas los días antes del inicio de las inscripciones. Para evitar esos inconvenientes y las largas filas en los “colegios de prestigio” el Servicio Departamental de Educación de Cochabamba definió la modalidad del sorteo de cupos en 10 unidades educativas. ¿Colegios de prestigio? ¿Cuál o cuáles son las principales características del “prestigio” de los colegios Adela Zamudio, Bolívar, Sucre, Avaroa, kinder Cochabamba, Elena Arze, Cobija, Edmundo Bojanowski, Instituto Americano y Don Bosco, que los hacen diferentes y que no tienen los demás?
Que las autoridades no nos digan que estos colegios son de prestigio porque tienen los mejores profesores y directores, sus aulas son modernas, sus laboratorios son de primera, sus metodologías educativas son del siglo XXII y otras tucuimas increíbles. Porque sí lo hacen estarían abriendo un espacio de discriminación inaceptable en el ámbito de los colegios fiscales y contraviniendo la Constitución Política del Estado que reconoce que el derecho de todos al acceso igual a la educación pública, además de explotar en mil pedazos el postulado de que la educación es “unitaria, pública, universal, democrática, participativa, comunitaria, descolonizadora y de calidad” (art. 78, parágrafo I, CPE). Entonces para cualquier mortal todos los colegios son iguales pero lo que los hace diferentes es el resultado de calidad. ¿Qué es lo que tienen en mente los padres de familia para provocar semejante equivocación respecto del “prestigio”? y ¿qué actos malévolos han diseñado los directores y profesores de algunos centros educativos para catalogarlos de forma arbitraria como los mejores colegios, si sus resultados en términos de calidad educativa son deplorables?
Nadie puede calificar objetivamente a una escuela o un colegio como prestigioso, si las autoridades educativas aún no han emitido responsablemente ese documento escrito que destaque esta calificación de “prestigioso” a base de evaluaciones ecuánimes. En el mejor de los casos se tiene una clasificación muy frívola en función de comodidades materiales en algunos colegios públicos y el precio de las pensiones mensuales en los colegios particulares o privados. Más, nada.
Ya nos queda claro que lo que cautiva a un padre a la hora de decidir qué colegio escoger son aspectos estrictamente materiales, mejor si está ubicado en el centro de la ciudad; pero ninguno escoge servicios educativos de calidad a base de experiencias exitosas del grupo, el curso o la clase o la promoción, en tres ámbitos generalmente aceptados: matemáticas, ciencias y comprensión de lectura. Sí es cierto, todos los colegios tienen uno que otro bachiller exitoso y laureado, hasta seis cerebros, pero por distinguir el árbol nos hemos olvidado del bosque. Para mí, idealmente, un colegio de prestigio es el que ha logrado que por lo menos un 80% de sus alumnos a fin de año superaran esos estándares de calidad educativa certificada y avalada por autoridades competentes. Esto con certeza es prestigio. Ahora, ¿cuáles son los colegios de prestigio?
Si de manera transparente las autoridades informaran a la ciudadanía sobre los colegios y escuelas que han destacado en promover al conjunto de sus alumnos (no los individuos) al curso superior con competencias académicas de calidad, entonces valdría la pena hacer colas, organizar sorteos de cupos o estudiar hasta siete horas al día.