Un pobre, el tigre y algo de coca

El viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, dijo a los reporteros de la revista Oxigeno que la gente de escasos recursos económicos es la que acullica la coca del Chapare y que la hoja de los Yungas de La Paz es “requerida” por personas más pudientes. Atribuyó esta preferencia al tamaño menor y al sabor agradable de la hoja de los Yungas. Esta afirmación también la confirman los ciudadanos de a pié cuando acuden a esas tiendas de barrio que exhiben unos letreros muy simpáticos que anuncian la venta exclusiva de “Coca Paceña”, como diciendo tácitamente que ahí no se vende basura, es decir “Coca Chapareña”, esa del sabor desagradablemente amargo. También el Viceministro ha terminado revelando que en el mismísimo Chapare, los “empresarios” y la “gente que tiene platita” o “un poco más de dinero” prefieren la coca paceña; pero el Viceministro, que se autocalifica como gente pobre, sigue “pijchando la coca chapareña”. Pobre Viceministro.

Siempre nos quedó clara esa gran diferencia que existe entre tener una hoja de coca en la boca para acullicar y otra en la mano para traficar. Sobre el acullico rutinario de la hoja he mantenido mi criterio uniforme en sentido de que es la mejor manera de corromper e intoxicar el cuerpo humano a fuego lento. Para mí la coca es veneno puro en frasco pequeño, nunca, pero nunca, fue alimento o medicina natural. Los que promueven estas dos últimas características mienten ¿Quién consume las sabrosas galletitas de coca?, que levante la mano. Sobre el tráfico de la hoja, que nadie finja, toda está dirigida al narcotráfico, toda, pero toda. En este rubro la que destaca es la hoja del Chapare; y como el narcotráfico se ha instalado en esta zona lo que sobra es gente rica, esos nuevos empresarios de lo ilícito, o gente de la nueva clase media boliviana con un “poco más de dinero” que voluntariamente acullica coca paceña y trafica con la coca chapareña de mano en mano, hasta llegar a la cocaína pura.

Estas son algunas de las razones porque el Gobierno de los cocaleros no quiere entregar el estudio de la hoja de coca, por esto también niega que exista un compromiso adquirido con la Unión Europea, y menos quiere convenir plazos para su presentación; porque de así hacerlo el gobierno se cae por evidencia incontrastable. Nunca en la historia de Bolivia fue tan importante este estudio, precisamente para destrozar mitos sobre la coca, apartar privilegios mal habidos y ante todo definir la cantidad de coca que requiere para el consumo interno y otros usos; porque todo parece indicar que simplemente se requiere el 25% de toda la hoja que actualmente se cultiva para estos fines lícitos; porque el 75% sobrante es crimen.

Ese video burlesco que emula la gala final del Miss Universo en el que aparecen unas comediantes haciendo el papel de mises nos arrancó algunas risas; especialmente cuando la miss boliviana, que acomete a los presentadores con bamboleos desequilibrados y unos restos de cocaína por debajo de las fosas nasales, y grita “recuerden como el tigre siempre dice: ¡vengan a la jungla!”. Detrás de este sarcasmo hay una gran verdad que retumba desde hace unos cuarenta años de forma ininterrumpida, es esa nefasta vinculación entre el crimen organizado del narcotráfico con las esferas del poder y los pobres cocaleros (ahora como algo más de dinero), porque lo cierto es que todos ellos siempre dirán: “Vengan a la jungla del Chapare, aquí hay coca para pobres”.

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