Un museo de cera en Orinoca

Los expertos que asesoran a nuestros gobernantes están alarmados por la escasa percepción positiva que el ciudadano Presidente está dejando en la mente de cada boliviano común y corriente. Esta muestra de inseguridad es un síntoma de que la imagen mesiánica de Evo Morales ha cedido lugar a otras más grotescas como aquellas que nos muestran a altos jefes militares subyugados, discapacitados rogando un mendrugo, indígenas acosados, médicos emboscados, etc. La imaginación de los bolivianos está mirando otras cosas, por lo que la tarea de refrescar la figura del primer mandatario, tan opacada por los últimos acontecimientos, es urgente.

Ya corrió la instrucción oficial para que todos los masistas, de manera primordial, se empeñen en rescatar del anonimato al Presidente Evo Morales, ahora tan extraviado en su propio laberinto, que puede correr el riesgo de que la multitud lo entierre con una buena carga de indiferencia o animadversión. Y precisamente para reivindicar este retrato descalabrado es que todos los funcionarios de Gobierno han recibido la orden para destacar, nuevamente y con fuerza, la efigie del líder indígena originario campesino.

El servidor público que mejor cumplió la orden fue el ministro de Culturas, Pablo Groux. Este pasado viernes anunció la construcción de un museo en Orinoca, lugar en el que nació el adalid del proceso de cambio. Según dijo el ministro, el museo costará 5 millones de dólares y cumplirá objetivos pedagógicos y formativos en torno a tres edificios: uno en forma de cabeza de puma, otro con el cuerpo del quirquincho y el tercero como si fuera una llama; además de que deberá convertirse en el punto de encuentro a lo largo del circuito turístico que parte en el Salar de Uyuni y conecta con todo el complejo de iglesias coloniales que rodean el Lago Poopó. Muy tangencialmente se refirió a que en el museo se expondrán todos los obsequios que el ciudadano Presidente ha ido recibiendo de emperadores, tiranos, monarcas, presidentes, y de mucha otra gente a lo largo en el mundo y dentro del país. Alguien sugirió que se incluyan las figuras o las siluetas modeladas en cera de las principales celebridades del proceso de cambio político desde 2006 a la fecha, como algo parecido al museo de cera de Madame Tussauds.

Parece que a los masistas no les bastó el Decreto Supremo 28807 de 21 de julio de 2006, que declaró Patrimonio Histórico Nacional a la localidad de Orinoca y Monumento Histórico a la vivienda donde nació el ciudadano Presidente. Ahora sólo les corresponde materializar el artículo 4 de esta norma, que destina recursos para el establecimiento del Museo Interactivo de los Movimientos Campesinos, Indígenas y Pueblos Originarios de Bolivia y la creación del Centro de Excelencia de Estudios Indígenas, que tenían que ser cubiertos inicialmente por el Ministerio de Producción y Microempresa, pero ahora será el Tesoro General que pagará este proyecto, pretendiendo rendir culto, excesivo y vehemente, a la personalidad de Evo Morales.

Si de concentrar la atención ciudadana se trata, los funcionarios lo están logrando, porque no escatiman esfuerzos para mostrar, en un museo o en la calle, al líder del proceso de cambio con el perfil de un ídolo grande, atractivo, inolvidable y un tanto misterioso. En fin, al pueblo ahogado en la masa, por su timidez e insignificancia, sólo le queda soportar estas maniobras que llaman su atención a cualquier precio, así como pueden generar un sinfín de picardías y mofas sobre estas vacilaciones desesperadas del oficialismo azul, que mal dicen cuando trata de ocultar aquellos problemas más graves, que están corroyendo los cimientos que lo sostienen aún en el poder.

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