Hace más de una década que vengo reclamando la terrible presión fiscal que se ejerce de forma despiadada contra la clase media. Está por demás decir que sus componentes son generalmente ejecutivos, obreros y empleados asalariados; también incluidos los profesionales liberales. Ellos soportan muchos gastos y por este hecho pagan impuestos indirectos, como el IVA, que son altos. Recuerdo que en alguna oportunidad ratifiqué que las trampas tributarias para los profesionales están por todos los páramos fiscales. A los dependientes (contribuyentes indirectos) se les permite gastar y descargar (descontar sus impuestos) de forma ilimitada con facturas que tienen un crédito fiscal enorme. Sólo para determinar un impuesto RC IVA igual a cero todos los meses; los delincuentes han constituido verdaderas industrias para proveer facturas falsas y diseñar una serie de conductas ilegales sólo con el fin de justificar unos gastos inexistentes y hacer frente a la exacción fiscal.
En cambio, a los profesionales no se les permite descontar compras y gastos básicos, como los de su propia alimentación, sus gastos de salud, la educación superior que reciben para mejorar su posición académica, y otros gastos relacionados con el mantenimiento de su propia familia (colegio, vestimenta, etc.). Mucho peor cuando se les impide descontar de sus ingresos aquellos gastos corrientes como los intereses pagados por préstamos en la banca, por ejemplo. En estos casos el pago del impuesto es íntegro e insoportable. Los profesionales liberales, para pagar el IUE son asimilados inconstitucionalmente al concepto de “empresa con fines de lucro”; y la ley no les permite reportar “pérdidas” durante un año, y por lo contrario se les obliga a reportar una “utilidad presunta”, aún no haya registrado utilidad alguna. Esto es desproporcionado e injusto, mucho más cuando en la ley tributaria se desconoce el concepto de “ingreso familiar”, gravando por doble partida a los dos cónyuges trabajadores y/o profesionales; restándoles las posibilidades de generar o participar en la distribución de la riqueza nacional.
Todos estamos convencidos que el sistema tributario vigente desde 1986, ha cumplido su ciclo y poco a poco se ha convertido en un sistema corrupto, confiscador y abusivo, especialmente por el grado de incidencia que tiene el IVA y el IUE en los profesionales. Hay que vertebrar un nuevo sistema que sea igual y justo. El Gobierno debe entender que los profesionales liberales son los articuladores más importantes del movimiento económico de un país, y que no sólo ganan sino que también gastan para mantenerse como fuente generadora de riqueza.
Sólo esperamos que le permitan a esta fastidiada clase profesional boliviana el acceso al ahorro, además de facilitar su acercamiento a la distribución de la riqueza nacional. Es necesario motivar al profesional boliviano para seguir trabajando en igualdad de condiciones y para generar un excedente que les garantice un futuro. De lo que se trata es de lograr un entendimiento razonable con el Fisco para mejorar el sistema tributario sustituyendo el impuesto sobre el ingreso por un gravamen mucho más racional que tenga por objeto la renta líquida que obtienen las personas, privilegiando el concepto de “sustento familiar”, entre otros tópicos también urgentes.