Recuerdo muy bien ese mes de julio de 2010 en que se realizó el congreso de la Federación Boliviana de Futbol (FBF), allá en Tarija, cuando se debatió una nueva visión para el deporte más popular del país. El resultado: nada de nada, ni visión ni futuro. Lo que ocurrió fue que la dirigencia futbolera ratificó a Carlos Chávez como líder y a otros indecentes, como si ellos fueran los verdaderos benefactores del futbol. Luego de unos años se destapó una escandalosa organización criminal controlada por mafias muy bien organizadas. Ahora, el que fue presidente de la FBF está detrás de las rejas acusado de varios delitos de corrupción, así como otros dirigentes arrepentidos que han preferido declararse culpables y aceptar silenciosamente su condena. En este caso las sospechas se confirmaron.
Hasta ahí todo parecía haber terminado, pero en realidad los que sucedieron a Chávez en la FBF resultaron tan pillos como él. Nunca me cansaré de ratificar y repetir que en el mundo futbolero de nuestro país, se ha instalado una cadena de padrinazgos de infame nivel y mando vertical, al mejor estilo de las mafias italianas, y en la que se estimulan las lealtades y los servilismos con dinero en efectivo en el mejor de los casos, y en los peores con un plato de comida, una botella de alcohol y alguna que otra dádiva lujuriosa con mujeres exuberantes. Pese a las buenas intenciones que ha expresado el actual presidente de la FBF, no se ha librado de los dedos señaladores que le acusan de haber traficado influencias para maniobrar su elección en el cargo.
Bien se sabe que la FBF ha cambiado recientemente su estatuto y ha convocado para el mes de agosto próximo a una elección de dirigentes. Pero los candidatos inscritos, son tan previsibles en sus actos y conductas que ya han generado una idea asombrosa de que ellos son imprescindibles para mejorar las cosas. Ellos dicen ser los únicos bienhechores, pero en realidad son los mismos individuos que desaprovecharon varias veces la posibilidad de que la FBF se convierta en la primera organización participativa de la sociedad civil boliviana en el deporte. Me comprometo a desempolvar este artículo en los meses o años venideros, sólo para ratificar que el personaje que resulte elegido el próximo 11 de agosto como el nuevo presidente de la FBF, resultará siendo acusado de traficar influencias, amañar partidos, corromper dirigentes y árbitros, organizar a los criminales y bandidos, negociar fondos, apropiarse indebidamente de dineros y otras corruptelas muy conocidas y tan bien ejercidas por esos padrinos que tanto daño hacen al futbol boliviano.
Cualquier dirigente futbolero deshonesto piensa que esto ha de cambiar. Por supuesto que sí. Una familia inmoral de dirigentes del futbol sustituirá a la otra; y así sucesivamente. Contra todo este ambiente inerte y malsano, con firmeza animo a los muchos dirigentes honestos y decentes que existen a que hagan todos los esfuerzos para recobrar el futbol, como patrimonio de los jugadores y jugadoras, los técnicos, los árbitros, los espectadores, los hinchas, los jóvenes, niñas y niños; ese patrimonio que es de sus madres y padres; en suma, esa riqueza de la familia boliviana entera. Pero la tarea más importante será rescatar esta actividad deportiva del encierro pernicioso impuesto por los eternos e imprescindibles redentores del futbol.