En la América del siglo XVII, las rebeliones de los esclavos y esclavas eran muy comunes. Así se constituyeron los quilombos, que eran comunidades productivas y autogestionadas por los esclavos e indios que fugaban de las plantaciones o haciendas; e incluso hombres blancos que sufrieron algún tipo de opresión o persecución por parte del régimen español o el portugués. Los quilombos fueron aniquilados violentamente por las fuerzas coloniales, pero además se sabe que la debilidad del quilombo radicaba en las grandes contradicciones internas surgidas entre los propios “ex esclavos” que por algún interés personal querían asumir el liderazgo, generando la anarquía, la desobediencia y la ausencia total de gobernabilidad.
Luego de muchos siglos el concepto de quilombo ha recobrado la trascendencia libertaria que tenía originalmente; y se afincó en Bolivia con rasgos inmundos. La ingobernabilidad y el descrédito se evidenciaron cuando un dirigente oficialista de El Alto fue acusado del delito de contrabando, directamente por el propio Presidente de la Aduana Nacional, apareciendo éste último como si también lo protegiera; o al conocer la renuncia del vocero oficial del gobierno nos enteramos que las entrañas del MAS están podridas. Mucho más si Evo convoca al diálogo con la Iglesia de la mano; y su ministro de la Presidencia ordena la conflagración contra los grupos radicales autonomistas, que tampoco quieren ver la cara ajena del oponente y menos concurrir al diálogo. Como todo esto no nos muestra un lío, lo que sí estamos viendo es un quilombo de verdad, de los originales del siglo XVII.
Actualmente en Bolivia existen muchos grupos de presión social que quieren obtener una libertad plenamente identificada con sus intereses muy sectarios y homogéneos, y son los cocaleros, los autonomistas, los sucrenses, los aymaras, los universitarios, los transportistas, los travestis, los manfredistas, los terceristas, etc. Todos los colectivos quieren desmarcarse del orden constitucional y ansían ejercer con absoluta libertad sus usos y costumbres lúgubres. Bolivia es un quilombo, donde la autoridad se ha perdido, diluido, atomizado, podrido, etc.. Y lo peor de todo es que el propio gobernador se esta mostrando como alguien que no tiene tacha o mancha, o vela en este entierro, o como alguien incorruptible, o el indiscutible.
Sin duda, la rutina del quilombo ha contaminado a los propios allegados del Presidente, como el ex vocero Contreras, el militar de las aduanas, el mismo dirigente alteño, o su superministro Quintana; entre otras caras conocidas. Estos enemigos íntimos viven dentro del quilombo; y están provocando su aniquilamiento profundo.
Evo debe decirle al pueblo que no esta mezclado con toda esa mugre que hemos visto en la semana que termina. Debe decirnos que no cobra una comisión por el contrabando, que no estaba jodiendo en vez de trabajar. Que afirme expresamente que quiere el diálogo y respeta la democracia; y que renuncia a la imposición de su proyecto de Constitución Política del Estado por la fuerza. Porque si él continúa en su afán socapado, deberá responder por el futuro de este quilombo, es decir por esta republiqueta autogestionaria y libertaria en la que todos quieren mandar y nadie quiere obedecer.