A través de la prensa dedicada a la frivolidad hemos conocido que el centro antiguo de la capital panameña se convirtió en la “capital altiplánica” de Bolivia, y allí se inició el rodaje de algunas escenas de la nueva película del agente 007, James Bond, Quantum of Solace. Se sabe poco de la trama de la película, pero se centrará en un golpe de estado en un país sudamericano. Uno de los personajes quiere controlar los recursos naturales más importantes del mundo y por ello ayuda a un general a volver al poder. Otra actriz representa a una agente del MI6 que trabaja con el consulado británico en Bolivia.
En estos días continúa la filmación en el norte de Chile y se ha contratado a decenas de extras chilenos, ataviados con vestuarios típicos para que aparezcan “como bolivianos”. ¿Cuál ha sido el motivo para que los productores de la película hayan decidido no filmarla en los ambientes bolivianos y sin los extras que aquí sobran? Creemos que la respuesta es una conjetura vinculada con la falta de seguridad y la mala imagen que tiene nuestro país. El ambiente negativo no sólo ha ahuyentado a los socios comerciales, los inversionistas, a los turistas que eran nuestros mejores promotores en el exterior, sino también a los cultores del séptimo arte, a quienes seguramente se les exigió una visa.
El escenario mordaz y la confrontación evidente que se viven en Bolivia, han demostrado que los problemas violentos son endémicos. El gobierno ha abierto una discusión innecesaria sobre nuestro origen; y sin embargo los chilenos y los panameños se pelean para ser contratados como extras y representar el papel de “bolivianos originarios”. A tal grado ha calado la toxicidad del mensaje violento que da miedo siquiera contratar a los propios originarios para una película.
En enero de 2006 se perdió la oportunidad para reconstruir una imagen nacional mucho mejor, porque más pudo la falta de talento de quienes rodearon a nuestro gobernante para conformar un gobierno de película, recurriendo a personajes con algún antecedente de ventura y modernidad. El mismo presidente debió haberse mostrado más afable y encantador; y así cualquier propuesta de cambio hubiera sido aceptada sólo por el omnipotente “buen trato”. La violencia ha impuesto el cambio, empañando nuestro aspecto.
Si en Bolivia hay gobierno, es autoritario; si hay democracia, está en el papel; si sobran los extras, no hay películas que filmar. Qué mala suerte. Entre tanto James Bond no puede actuar en escenas violentas, cargadas de explosiones, balas y mucha sangre, porque sencillamente el escenario boliviano no cuenta, “por razones de seguridad”. Que contrariedad, meterse en quilombos es riesgoso, por eso 007 prefiere actuar en Chile o Panamá.