Estudié en un colegio católico de curas españoles, que en su gran mayoría alentaban el franquismo. Recuerdo haber escuchado, de boca de ellos y con atención, algunos relatos dramáticos que describían la trágica guerra civil española (1936-1939). Así fue que conocí la muy famosa historia de la “Quinta Columna”.
La leyenda describe el avance de las tropas del franquismo en la guerra civil hacia la capital española, Madrid, tomada por los republicanos. Un general franquista mencionó que confiaba en la pujanza de las cuatro columnas que se dirigían hacia la capital y que tenía bajo su mando, pero el poder para el éxito total radicaba en la quinta columna formada por los simpatizantes del General Franco que, dentro de la capital, trabajaban clandestinamente a favor de la victoria franquista. A esos simpatizantes se les denominó los quintacolumnistas y ahora sirve esta palabra para designar a las personas desleales al grupo humano en el que coexisten, y que siempre están dispuestas para colaborar de diversas formas con el enemigo.
Como la política es el arte de lo posible y tomando en cuenta que los políticos opositores bolivianos son muy predecibles en sus afanes, es que me puse a imaginar las mil maneras que ellos podrían poner en práctica para menoscabar los cimientos del partido de gobierno, especialmente para debilitar a sus principales candidatos, de tal modo que estos pierdan las elecciones nacionales de este año. También he podido confirmar que no hay poder humano en Bolivia que pueda penetrar y dañar el fortín de mando del masismo. Es que no hay necesidad de muchos argumentos para calificar como inexpugnable al entorno de poder que rodea a Evo Morales.
Lastimosamente la oposición política boliviana carece de esta característica, y sobre este tema sí que sobran los testimonios y las pruebas para afirmar que el masismo tiene la virtud de penetrar por las filas de todos (repito… todos) los partidos políticos de oposición, con la misma facilidad con la que el cuchillo traspasa por medio de la mantequilla; para luego hacer y deshacer a su antojo, sembrando, a través de sus quintacolumnistas, la cizaña y el desorden hasta llegar a la aniquilación política o en el mejor de los casos al languidecimiento prematuro de cualquier partido opositor.
Sería muy deprimente confirmar que, en esta confrontación política que se avecina, algunos sectores o militantes de los más grandes partidos de oposición, en secreto y como quintacolumnistas, hayan concretado lealtades con el masismo. Nada raro que esta eventualidad se materialice a la hora de elegir a los candidatos a diputados y senadores opositores, para que una vez dentro de la Asamblea Legislativa Plurinacional traicionen a su partido y se alíen con el masismo. Desde 2009 es lo que ha venido ocurriendo al interior de las principales agrupaciones opositoras en la Asamblea y en casi todos los Concejos Municipales de Bolivia. Pero los mejores quintacolumnistas serán aquellos que persuadan a los opositores de unirse a las filas del masismo, sin necesidad de forcejear dentro de sus partidos. Que lamentable escenario, tan carente de ética.