Los gremiales entre la modernidad y la barbarie

Este miércoles y desde Oruro el presidente Evo Morales exhortaba a todo el pueblo para que pague los impuestos de ley y recriminaba a los bolivianos que prefieren sobornar para no tributar, también destacó la cultura tributaria del pueblo boliviano. Si las personas que le escuchaban eran sensatas debieron haberse reído ante semejante exhortación, porque la realidad nos muestra un Gobierno que ha tergiversado totalmente el sistema tributario boliviano que durante 25 años se ha construido para democratizar y universalizar el principio de que “los impuestos los pagamos todos”. No se puede hablar de cultura tributaria cuando verificamos que los propietarios de tiendas y vecinos de la Plaza Principal de Cochabamba están siendo obligados a sufrir daños económicos, pagar aguinaldos, altos impuestos y cumplir un sinfín de formalidades, además de aguantar a los gremialistas que han invadido las aceras en abierta competencia desleal aprovechando la peatonalización del centro de la ciudad.

“¿Sobornar para no tributar?”, eso dijo Evo Morales, si miles de vendedores y gremiales marchan por el centro de la ciudad de Cochabamba intentando lograr que el Alcalde detenga el tratamiento del nuevo reglamento sobre sitios municipales, porque ellos exigen primero que se cumpla una supuesta promesa electoral que les ofrecía la transferencia con títulos de propiedad de los sitios, la venta o herencia de puestos, la tenencia de más de una caseta por familia de gremiales, lo que implica la apertura de más casetas, invasión de aceras y otros aspectos que nos empujan hacia el endémico desorden propio de las sociedades bárbaras, con estas intimidaciones absolutamente ilegítimas. Peor si confirmamos que algo más de 5.000 gremiales, a partir de esta semana, se dedicarán a vender productos y adornos navideños sin pagar impuestos y en la más absoluta informalidad, colocando al Alcalde entre el sillón edil y su discurso preelectoral. Sobran los comentarios cuando recordamos que estos mismos gremiales obstaculizaron la apertura de una feria navideña organizada por empresarios de la Cámara de Comercio en el Campo Ferial de Alalay, y exigieron a las autoridades que se les obligue a emitir facturas, como si de un castigo se tratara. ¿Esto es cultura tributaria?

Pero lo que ha desatado la alarma fue la presentación del proyecto de Ley Gremial del Comerciante Minorista y Trabajador por Cuenta Propia, que contempla la flexibilización de las normas financieras de crédito en condiciones abusivas y privilegiadas en relación con la mayoría de los mortales, además de otras ventajas formidables para entrar en programas de vivienda, de seguridad social y de salud, gozar de jubilaciones jugosas a cambio de ridículos aportes; y lo infame es que el proyecto establece que los gremiales podrían pagar dos impuestos anuales, uno por el espacio físico que ocupan en sitios, calles y veredas de dominio público; y el otro por la comercialización de productos, muy lejos del sistema tributario general, el mismo que está ahogando al sector empresarial boliviano y a la población en general. No debemos olvidar que estos proyectos legislativos son promovidos por los socios del ciudadano Presidente al extremo de haber negociado la posibilidad que los gremiales queden exentos del control aduanero, prohibiéndose a la autoridad la confiscación, requisa o decomiso de sus mercaderías, que se comercializan sin impuestos y al margen de la ley.

Con todas estas absurdas ventajas, resultaría muy irónico proponer la posibilidad de derogar el sistema tributario general tan severo y moderno, y que se incluya a todos los empresarios, trabajadores y ciudadanos bolivianos en este régimen gremial, de tal modo de garantizar la igualdad y la universalidad tributaria de la que tanto habla el Jefe de Gobierno. Esto sí que sería bárbaro.

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