El partido de gobierno desde 2006 ha convertido a sus principales operadores en personajes que muestran dos cabezas. En los temas políticos los masistas ordenan y maquinan con la “cabeza fría” de los socialistas comunitarios, como si estuvieran dentro de una dictadura férrea; pero en los temas económicos proceden con la extremidad superior propia de los neoliberales que les precedieron. Una muestra palpable es que el informe presentado el viernes pasado por el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce, sobre la política financiera del Gobierno fue aprobado por la mayoría oficialista de la Asamblea Legislativa dentro del proceso de interpelación promovido por la menuda oposición política.
Pero lo que sorprendió fue que el informe ministerial de descargo fue considerado apropiado y satisfactorio para los fines estatales. Lo que aplaudieron los asambleístas azules, por órdenes superiores y no por convicción, es la parte del informe que explicó que el Tesoro General del Estado Plurinacional de Bolivia generó fuentes diversas de recursos, cumpliendo la mejor política financiera que es la diversificación de los ingresos fiscales; pero con la economía sostenida con los impuestos que gravan la actividad capitalista de este país. Cómo no aplaudir semejante informe si los ingresos públicos generados sirven para seducir, en parte, a los socialistas comunitarios del gobierno, que administran con sonrisas batientes este sistema tributario imperante en Bolivia que fue diseñado, implementado y materializado por los mismos tecnócratas capitalistas que firmaron el Decreto Supremo Nº 21060, sin que se haya movido una coma o un punto aparte, en este capítulo de las finanzas públicas.
Pero la otra cabeza, la que piensa políticamente, imagina y jura que estamos en el momento más importante del socialismo boliviano, diseñado al mejor estilo estalinista. Los ideólogos de plurinacionalismo creen que hasta la economía está contagiada por ese espíritu de prosperidad comunitaria que inunda el país entero; al extremo, dicen, de superar a Cuba en el logro de metas comunistas. Contradictoriamente y con unos datos muy falsos, para el vicepresidente Álvaro García Linera y el ministro de Obras Públicas, Walter Delgadillo, el Decreto Supremo Nº 21060, ya no está vigente en el país, y esta negación fue expresada con motivo de deslegitimar el paro de la COB y la movilización de transportistas que pidieron incremento tarifario esta semana. El Ministro Delgadillo insistió en la parafernalia comunista y cuestionó: “Ése es un falso debate, yo no sé qué pasa con la prensa, con los trabajadores, ¿dónde hay el 21060?”. La respuesta es sencilla: el Decreto Supremo Nº 21060 existe en cada esquina de las ciudades, en el mero informe de su colega de Economía y Finanzas Públicas, y hasta en la mesa de desayuno de este ministro tan jactancioso.
Ya debería el Gobierno cambiar de disfraz y dejar de lado sus fantasías totalitarias. Es muy evidente que en el gabinete del ciudadano Presidente no existe un proyecto o un plan de desarrollo económico de corte socialista, porque lo que revelan es un hermético espíritu capitalista; así como ningún ministro puede negar que en Bolivia exista libertad de mercado y que el sistema tributario extrae recursos de un aparato tan neoliberal, con la puntualidad de un reloj de cuco. Parece que ahora es mejor para los operadores azules dejar de intervenir en los mercados internos y externos, y así no liquidar la gallina de los huevos de oro. Estos afanes bicefálicos y contradictorios de los gobernantes pueden exponerlos, nuevamente, en escenarios muy parecidos a los vividos a fines de diciembre de 2010, esta vez con un riesgo inminente de perder el poder y el liderazgo de este proceso de cambio tan capitalista y neoliberal. Los masistas no habían sido tan socialistas como se pintaban.