Los que nacimos en el último tercio del siglo pasado recordamos que la Plaza 14 era un enorme laboratorio de esos fotógrafos que, con sus cámaras oscuras, registraron los rostros de unos parroquianos atormentados. Era el único lugar donde los zapatos podían adquirir brillo o donde se podía comprar esas renombradas revistas eróticas, los comics de D´artagnan, algo “literatura pulp” y los periódicos del día, además fue un territorio de concentración de excombatientes de guerras pasadas, de empleadas domésticas en días festivos y de estudiantes universitarios que aprovechaban el silencio nocturno para preparar los exámenes más traumáticos de sus vidas. Pero nuestra plaza de armas nunca dejó de ser un centro de reclamaciones civiles y de los políticos encargados de alejar el futuro frente a las narices de los ciudadanos honestos, así como su olor a orines aún nos recuerda que algo no marcha bien.
Allá por el año 2001 los veteranos de la Guerra del Agua ocuparon sus jardines para perpetuar la memoria de sus caídos y abonar el camino de la reclamación social. Posteriormente este escenario les fue arrebatado por unos operarios políticos que se instalaron para lanzar a un dirigente cocalero hacia el totalitarismo y fue el mismo que hizo también de la Plaza 14 su ágora para reclamar e imponer. Ante esta ocupación abusiva y unilateral, las autoridades municipales, enmascaradas con una mediocridad absurda, prohibieron la ejecución de actividades feriales, de promoción, exposición, de venta de productos comerciales y “otras que generan aglomeraciones y desordenes en la plaza principal 14 de Septiembre,… con excepción de las manifestaciones cívicas.”
Se trataba de la Ordenanza Municipal Nº 3260 que nunca se cumplió, pero molestó tanto a los ocupantes que pegaron gritos azules al cielo y se propusieron recuperar ese escenario a favor de la sociedad civil y juraron que nunca sería arrebatado por los políticos vendidos al imperialismo. Decían a voz en cuello que esa ordenanza no era otra cosa que “autoritarismo de derecha”, y se comprometieron a consolidar una “estrategia social” para que la Plaza 14 no se transforme en un bastión para “la Prefectura y la Alcaldía al servicio del neoliberalismo”. Ahora transformados en agentes del oficialismo consolidaron en su beneficio lo que tanto repudiaban, ya que no sólo convirtieron a la Plaza 14 en una extensión política de la Gobernación y la Alcaldía, sino que la transformaron en propiedad exclusiva de una cáfila de agoreros azules encargados de repartir y concesionar puestos específicos para que unos falsos profetas, hechiceros e iluminados vendan sus mentiras o unos comerciantes ambulantes se encarguen de esparcir porquería junto con las palomas.
Para revertir esta deplorable situación y en una actitud sensata el Concejo Municipal aprobó el jueves pasado la Ordenanza Municipal Nº 4302 que restringe el tráfico vehicular en la Plaza 14 y en las primeras cuadras para privilegiar la realización de actividades democráticas, recreacionales, políticas y socioculturales; y también representa un gran logro el establecimiento de la prohibición expresa para el asentamiento de comerciantes de ridículas menudencias. En principio la peatonalización regirá sólo los días sábados desde las 07:00 hasta las 18:30 horas durante los próximos tres meses, pero si el propósito es recuperar este espacio para la sociedad civil y pluralizar democráticamente su posesión física, a principios de diciembre ya deberíamos contar con la Ordenanza Municipal que perpetúe esta iniciativa todos los días y a toda hora. Así se nota que la Plaza 14, como un escenario ciudadano por excelencia, se nutre con la modernidad, pero todo sería una tragedia retrógrada si estos buhoneros, que trajinan con sus baratijas, se impongan y les hagan saber al Alcalde y el Intendente que esta Ordenanza Municipal será una más de esas que no se cumplen. Vimos y creímos… será lo que diremos en diciembre próximo.