En la semana pasada los líderes empresariales y las instituciones gremiales ofrecieron un escenario abarrotado de posiciones contradictorias en algunos casos; y en otros no se veía el menor interés para presionar con el fin de eliminar o simplemente oponerse a los proyectados nuevos impuestos sobre el patrimonio neto (IPN) y sobre las transacciones bancarias (ITB). Sin rubor otros representantes de los empresarios dijeron que sólo quedaba apoyar al Gobierno, para luego comenzar a llenar los formularios y buscar dinero a tientas para satisfacer el apetito de liquidez inmediata del Estado, y así solventar los 414 millones que necesita el Presidente Mesa para evitar los ya ridículos bloqueos y aquellos muertos que reclaman cada vez “mayores indemnizaciones humanitarias”.
Con estas posiciones contradictorias sencillamente se confirmó que el miedo fiscal y el temor reverencial inyectados por el Estado en los contribuyentes había producido sus efectos. Las víctimas quedaron paralizadas, asustadas y estupefactas.
No me gusta esta férrea afirmación y no acepto la posibilidad de que los empresarios, los socios y inversionistas de empresas se queden callados. La Confederación de Empresarios, empleando a sus mejores hombres, ahora deberá enmendar sus compromisos coyunturales con el Presidente Mesa y comenzar a presionar, “moral y materialmente”, al Poder Legislativo para lograr la eliminación de estos dos impuestos. Por su lado las cámaras empresariales; orgánicamente, a su turno y en los próximos días, deben pronunciarse con fuertes posiciones para hacer reflexionar al Fisco sobre los efectos funestos que se prevén en la estabilidad financiera de las empresas para que paguen el ITB.
Gran pregunta: ¿El IPN afecta a las empresas?. NO. Esta es una pésima respuesta. Las empresas y sus patrimonios no serán afectados, pero el patrimonio de sus socios e inversionistas será gravado, y con carácter específico las inversiones en títulos de renta fija o variable; las cuotas y acciones de capital en sociedades mercantiles, además de las acreencias que consten en documento público, incluidos contratos de anticresis.
Si el IPN no le afecta a la empresa, los socios, en su conjunto, sencillamente no tendrán el dinero para pagar este impuesto, que le conviene al Estado para solucionar un simple problema: el déficit fiscal. Me atrevería a afirmar que los empresarios lograrán ponerse de acuerdo para oponerse contra el IPN y el ITB, a través de los diputados y senadores de las distintas brigadas parlamentarias. Pero una cosa es segura, durante el mes de febrero se olvidará todo, por lo menos hasta que pase el carnaval.
Si el objetivo era ampliar la base contribuyentes con la inclusión de los eternos defraudadores, evasores y palos blancos, se cometió un error de cálculo, porque por mejorar el peso de los huevos de oro, se propino un feroz zarpazo a la gallina que los produce.
Pero no todo está perdido. Existe un sentimiento colectivo entre los empresarios, especialmente aquellos que son socios de empresas e inversionistas, para eliminar los dos nuevos impuestos. Este sentimiento aún no ha sido concentrado o entendido por sus líderes. Si ésta es una realidad, corresponde aunar las demandas y exponerlas de forma orgánica ante el Fisco para que reduzca su apetito de liquidez.
La cantaleta de siempre. Este es el mejor momento para comenzar a discutir y diseñar el Impuesto a la Renta de Personas Naturales, eliminar el RC IVA, el IT y todos los regímenes especiales; de raíz y sin miedo.