El mocochinchi y la zona libre de Coca Cola

Choquehuanca, el canciller del Estado Plurinacional de Bolivia, al inaugurar las obras del aeropuerto turístico “Tito Yupanqui”, ubicado en Copacabana a orillas del Lago Titicaca, dijo que el próximo 21 de diciembre de 2012 “tiene que ser el fin de la Coca Cola, el fin del capitalismo, es el comienzo del mocochinchi … tenemos que recuperar el solsticio de verano … hermanos, nos vamos a reunir, este año en la Isla del Sol … tenemos que proyectar la hermandad, el amor, el comunitarismo”. También confirmó que es falso que este 2012 llegará el fin del mundo, pues lo que culminará será la “macha”, que es todo lo negativo y se dará paso a la “pacha”, que es el amor, el inicio de la vida comunitaria.

El amplio anecdotario, que ha engordado este máximo servidor público de la cancillería, debe registrar esta última novedad, que de forma deliberada se la expone en público, como ya es costumbre para encubrir un problema irresoluble por el momento para Evo Morales. Pero la prudencia, a lo largo de estos seis  años de gobierno masista, nos ha enseñado que en la misma medida de nuestras risas cuando escuchamos este tipo de bulbuceos jocosos, debemos reflexionar seriamente tratando de descubrir los planes siniestros y mensajes encubiertos que se traen los funcionarios azules.

En los hechos, tanto el canciller como todos los mortales sabemos que la Coca Cola no desaparecerá el 21 de diciembre de 2012, pero entre líneas los socialistas comunitarios nos están invitando a cambiar nuestros hábitos alimenticios y sustituir las bebidas gaseosas embotelladas por los refrescos hervidos, infusiones o mates caseros. Lo peor de todo es que esta sustitución puede estar proyectada de forma forzosa para diciembre con la expulsión de la empresa Coca Cola Company y la declaración demagógica del territorio boliviano como una “Zona libre de Coca Cola”, para beneplácito de todos los líderes populistas y anticapitalistas. Sin duda esta es una simple conjetura, pero puede tornarse en una gran realidad después de lo ocurrido en los últimos tres meses con la nacionalización de la TDE, capitalizada por Red Eléctrica Española; la mina de Colquiri, concedida legalmente a la suiza Glencore, y ahora la mina Mallku Khota descubierta y explorada por la minera canadiense South American Silver, y que en este caso el Estado Plurinacional de Bolivia ha desechado un negocio de 2 mil millones de dólares.

Todo parece indicar que el Estado Plurinacional de Bolivia está en condiciones para prescindir de la transnacional más emblemática del capitalismo en el mundo, no sólo desde el punto de vista de la demagogia política, sino también entre otros desde el campo fiscal. Después de que las recaudaciones tributarias se incrementaron en 10.509 millones de bolivianos sólo en un año, y teniendo en cuenta que la gestión 2011 cerró con una recaudación de 41.388 millones de bolivianos en impuestos, el aporte tributario de 110 millones de bolivianos que hace la empresa de Coca Cola resulta insignificante e inservible en el análisis de los economistas del socialismo colectivista. Para las mentes torvas del terrorismo anticapitalista siempre será preferible diluir entre los “pobres” los 34 centavos que representa el impuesto sobre cada litro de gaseosa. El fin de la Coca Cola en Bolivia está anunciado pero no materializado y en el peor de los casos habrá que estar preparados para ver cómo los funcionarios azules destapan su felicidad nacionalizando la Coca Cola. Lo más probable es que esto ocurra precisamente en el fin de mundo, es decir … nunca.

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