Se ha desatado una campaña por Internet que solicita la adhesión ciudadana al repudio contra el alcalde cochabambino, Gonzalo Terceros, acusando su bajo perfil en el 11-E. En el email explosivo se relata el acontecimiento ingrato de su expulsión de un conocido restaurante y lo preocupante es que se usa mucho el término “traidor” como un epíteto, sin verificar siquiera si la acción traicionera del burgomaestre fue tal, pero hay que considerar que la acusación de traición hacia una colectividad, como la cochabambina, está resultado ser un mensaje unificador. Me llamó la atención este fragmento “muy cristiano”, ahora transcrito textualmente:
Capítulo único. 1. Nació bajo el poder del MIR, militó en el MBL, fundó NFR, gobernó con ADN, coqueteó con el MSM, construyó CIU, sondeó a PODEMOS y ahora es el chivo expiatorio del MAS. 2. Fue elegido concejal con el tercio de votantes. 3. Fue posesionado, oleado y sacramentado como alcalde con el apoyo del partido menos indicado. 4. Padeció bajo el desprecio de sus aliados. 5. Como era en un principio se ocupó de sus amarres políticos y muy poco de su ciudad. 6. Cuando la urbe fue tomada, incendiada y saqueada, él se retiró a su casa. 7. Desde allí se enteró de los vivos y los muertos. 8. Intermedió telefónicamente entre ciudadanos y cocaleros. 9. Nadie lo vio en la Plaza de las Banderas. 10. Fue acusado de traición y se cree santo. 11. Cada día es rechiflado y expulsado del lugar público donde aparece. 12. Chistian subió a los cielos, Chaly descendió a los infiernos.
Más que un evangelio, con su capítulo y sus versículos, constituye un inventario muy atorado de los dictámenes que los ciudadanos y vecinos de Cochabamba tienen sobre su alcalde. De pronto, todas estas conjeturas resultan falsas, pero lo que sí es cierto es que la imagen pública del alcalde esta muy deteriorada. Y todo gracias a estos incompatibles errores políticos: su alianza con Mallón en contra del MAS, su consorcio con Evo para la Constituyente, su artificial apoyo a esas autonomías que Evo tanto odia, o su deseo más íntimo de derrocar al Prefecto, como sea y con quien sea; incluidos el MAS y los cocaleros, etc.
El alcalde jamás se empeñó en aparecer como el prototipo de la discreción y la certidumbre. Sus rencillas personales y sus vaivenes políticos han ensuciado sus manos, principalmente con la tinta de esos acuerdos políticos firmados con los del MAS. Dicen por ahí que “es muy humano reconocer un error, pero es más humano echarle la culpa a alguien”. Lo que ocurrió fue que el MAS y los cocaleros cometieron el crimen del 11-E, pero hábilmente derivaron y depositaron la responsabilidad en la puerta de la alcaldía de Cochabamba.
Y en este problema entre aliados no intervino el pueblo. Los responsables directos del 11-E ocuparon triunfalmente el Ministerio de Justicia. Ellos se fueron a La Paz, pero Chaly se queda para asumir un papel muy fusible e infernal. Triste.