A principios de este siglo Manfred Reyes Villa y Gonzalo Terceros, eran muy amigos. Por intrigas condenables, Terceros se aburre de Reyes Villa, marcha sólo con el CIU y gana las elecciones municipales con un tercio de los votos. Chaly como concejal fue elegido alcalde, no por el voto popular, sino por un acuerdo con el MAS. El alcalde se convierte en fusible y sustituible desde que comprometió su cuello en la malsana Asamblea Constituyente. El 11E, CIU se fractura y su caída es libre.
Un tema personal. El alcalde Terceros comienza a hacer todos los esfuerzos necesarios, con el empeño propio de un fanático, para hacer notar a la ciudadanía que su personalidad estaba muy por encima a la de Reyes Villa, poniendo de relieve una falsa preeminencia jerárquica. Esto no puso muy cómodo al prefecto al ver avasallada su percepción de superioridad. Aquí comienza la lucha fratricida, ante la vista y paciencia de los cochabambinos.
El tema político. Reyes Villa y sus adictos sintieron temor e inseguridad desde que Chaly se alió con el MAS para descabezar la Prefectura, y el alcalde comenzó un despliegue incomprensible para ostentar sus talentos políticos. Los afectados, en represalia, no dudaron al ejecutar un plan para desestabilizar y complicar la gestión del alcalde, su vida privada, sus líos legales, el color de sus ternos y corbatas, su capacidad para decir la verdad, etc; demostrando tener la energía y paciencia propias del más persistente de los tercos.
Desde el 11E, nuestro alcalde ha esquivado la sospecha de traición hacia sus vecinos, por su supuesta alianza con los cocaleros. El propio gobernador Morales, que lo tenía como amigo, le jaló el pabellón auricular como muestra de desconfianza pública hacía él. El pasado jueves, Evo lo confirmó profundamente al posar junto al prefecto, contagiados de mucha alegría y simpatía, y quien pese a ser su enemigo político, ha hecho enormes esfuerzos para demostrar su deferencia. Del otro lado, si existe un campeón para hacerse de enemigos, lastimosamente es el alcalde. Entonces fueron los vaivenes de Chaly, sus complicadas maniobras políticas y su facilidad de caer en las fauces de los celos, que facilitaron su ingreso en “preembarque”, como insinuó un concejal del MAS.
El alcalde debió hacer notar a la población que sus enemigos son más brillantes de lo que en realidad son, y este simple hecho lo hubiera encumbrado en una situación mucho mejor y más privilegiada. Ahora está sudando todo lo contrario. Entre tanto los señores del CIU, se transformaron en unos personajes bastante irrespetuosos y tiranos, como si fueran dueños de nuestra ciudad. Sin embargo y para bien, la propia ciudadanía les ha ido nutriendo de mensajes vehementes y positivos para que cambien el futuro de la urbe y el porvenir de su propia organización. Si existe una manzana de la discordia hay que prescindir de ella. El martes próximo lo sabremos.