Casi sin mucho esfuerzo los agentes del Gobierno han exclamado tácitamente a los cuatro vientos la inhabilitación de la candidatura del capitán Manfred Reyes Villa a las elecciones presidenciales de 2014, cuando este pasado viernes el Tribunal Primero de Sentencia condenó a cinco años de reclusión a Reyes Villa por haber cometido el delito de conducta antieconómica dentro del proyecto “Ruta Alternativa al Sillar”. Reyes Villa siempre tildó a este proceso y otros 18 parecidos como una vendetta en los que se complicaron y enredaron activamente los operadores de justicia, afines con el masismo, sólo con el fin de anular a los líderes opositores.
En enero pasado, también Reyes Villa fue condenado a un año de reclusión por el Tribunal Segundo de Sentencia dentro del juicio denominado “Vinto-Sacambaya”, y por si esto fuera poco, los enemigos del capital Reyes Villa dentro del Palacio Quemado ya le hicieron recuerdo que a estas alturas tampoco cumple con las previsiones constitucionales para acceder a la candidatura a la Presidencia del Estado, porque se requiere estar inscrito en el padrón electoral, hablar al menos dos idiomas oficiales y haber residido de forma permanente en el país al menos cinco años inmediatamente anteriores a la elección (art. 167, CPE).
Hace más de tres años que el capitán Reyes Villa reside en Estados Unidos, pese a que ya propuso, como precandidato, emprender el proyecto de la recuperación de la democracia a través de un bloque grande y unido, cuyo denominativo tendría que haber sido Fuerza Republicana Federal (FRF). Luego de estas sentencias, la desilusión ha invadido a sus más cercanos colaboradores, tal es así que algunos han resuelto dejar las filas de su partido y abandonarle para encontrar otras opciones en el reducido espectro que envuelve a la oposición boliviana en estos momentos. Es el caso de la diputada opositora Adriana Gil y el expresidente de la Asamblea Constituyente, Román Loayza, que también concretaron este jueves su alejamiento del partido y propusieron crear su propio proyecto, pese a que sus orígenes están muy ligados al masismo más radical y ortodoxo.
Nada raro, porque uno de los principales defectos del capitán Reyes Villa fue congregar entre sus colaboradores a cualquier personaje, con cualquier escrúpulo y, lo peor, con cualquier ideología, sin que siquiera le haya asomado la duda sobre su conciencia respecto de los antecedentes políticos y la calidad humana de sus amigos, si eran o no ciertos, si fueron buenos o malos, lo cual nunca lo inquietó o intranquilizó. Incluso desde el exilio mandó señales tan enigmáticas como aquellas fotografías que le muestran abrazado junto con candidatos republicanos así como con los demócratas; eso sí, nunca el mismo día.
Ahora le pesan estos hechos que le han privado del derecho a ser candidato en las elecciones de 2014, pero lo peor ha comenzado con ese tradicional tráfico de personajes siniestros por las aguas tan sombrías en las que se devanea la oposición boliviana. Serán los mismos ambiciosos de siempre que contaminen las buenas intenciones de los líderes políticos de verdad que se han propuesto recuperar la libertad, el estado de derecho y el imperio de la ley en este pobre país, atrapado entre un puño azul. Los que están diseñando este objetivo altruista deben tener cuidado con quienes se juntan y también están obligados moralmente a convencer al electorado en alianza con candidatos “libres de pecado y protegidos de toda perturbación”. Así debería ser y como reza el rito de la comunión en las misas. Paciencia es lo que nos queda, sin sorpresa alguna.