Lo que no deja de sorprenderme es la creatividad desenfadada de los abogados y leguleyos masistas para inventar esa sarta de artimañas y procedimientos de mala fe; o para extraer alguna decisión del “soberano” y así empotrar en el poder al recientemente declarado “comandante” Evo Morales. Cualquiera de las propuestas de los movimientos sociales afines al gobierno, sea la anulación del referendo 21F, la iniciativa legislativa ciudadana de la repostulación, la renuncia anticipada del comandante o el truco jurídico que sea, genera en los cortos de mente la sensación artificial de que el masismo tiene un inconmensurable espíritu democrático y un apego manifiesto a las leyes y la Constitución Política del Estado. Nada más falso.
Esta vez creo que el partido de gobierno ha violentado la inteligencia ciudadana de modo irreversible. Aquí es que recurro a la sensatez y afirmo que no existe procedimiento legal o constitucional alguno, de carácter democrático, que permita la reelección de Evo Morales. Es que sencillamente las urnas podrían no sólo ratificar el resultado del 21F sino dar un batacazo democrático al masismo en su conjunto, y esto sí que lo saben esos agentes que pululan en Palacio Quemado. Para quedarse en el poder y gobernar unilateralmente, la salida rápida de los masistas es amordazar al ciudadano y lograr que consienta una guerra violenta de tal modo de anular a la derecha o cualquier vestigio de oposición a su consabida agenda patriótica.
Me precio de ser un cochabambino de verdad. Conozco aquellos lugares donde se comparte para comer y beber bien, desde los más humildes hasta los más acomodados. Aquí viene lo anecdótico. Ocurrió que el pasado viernes en un renombrado y lujoso bar de Cochabamba se encontraban dos dirigentes masistas también renombrados y nuevos ricos ellos. Se notaba que habían bebido muchas copas de vino fino porque estaban comunicándose a gritos, con movimientos del rostro y las manos, nada raro porque del mismo modo se expresaban al ingerir chicha barata cuando hace una década estaban desprovistos de conciencia de clase. Allí estuvimos de testigos varios comensales de las mesas contiguas.
Les resumo esa charla. Uno de los borrachos confirmó que harían lo imposible para materializar cualquiera de las fórmulas y repostular a Evo Morales; pero el otro más entonado dijo a voz en cuello que si no se lograba ese objetivo, postularían a un “masista fusible” a la presidencia, le elegirían y a la semana de su posesión renunciaría voluntariamente y “en noventa días convocamos a nuevas elecciones, y en este escenario entraría legalmente Evo Morales”. “¿Qué pasará si perdemos?”, dijo uno. “Mejor pues, así descansa el Evo tres meses”, respondió su amigo. “Sube la derecha y a la semana la tumbamos por la fuerza. Convocamos a nuevas elecciones; y ahí entra Evo por otros diez años, Le haremos jurar en abril o mayo de 2020”. Es que en esta etapa histórica, infectada por la incertidumbre, ya sobran las conjeturas como ésta. Estupefactos, con los ojos muy abiertos y en silencio, los testigos convinimos tácitamente que los masistas son capaces de todo, y bien servido que tienen el artículo 169 de la Constitución Política del Estado, porque parece que la cantaleta del artículo 168, ya es un discurso para descuidar a los opositores. De hecho era una opción inimaginable, pero me pregunto: ¿Evo Morales será capaz de soportar un día lejos del poder?.