Con motivo de la Navidad y sus secuelas comerciales, la Comuna de Cochabamba ha entrado en un endémico dilema para autorizar a los comerciantes de adornos y regalos navideños su establecimiento provisional en las calles y plazuelas de nuestra querida ciudad. Uno de los dirigentes gremiales manifestó públicamente que correspondía que la autoridad edil permita, obviando la norma y esquivando la ley, la toma de las calles, y además pidió como una obligación del futuro gobierno municipal, a cargo de Gonzalo Terceros o Gonzalo Lema, según el cristal con que se mire; la creación de “puestos” permanentes y seguros de salud para el sector, a través de hospitales nuevos financiados por el municipio.
En apariencia, este problema ya es insoluble, pero cabe recordar que es una realidad que no se puede soslayar y hay que hacer algo.
Debemos aludir nuevamente a ese dirigente gremial. Insinuó que el futuro alcalde, sea Terceros o Lema, es el producto de la elección unilateral de los comerciantes minoristas que apoyaron ambas candidaturas de forma masiva y en las urnas del 5 de diciembre. Resulta obvio, porque oportunamente y antes que todos despierten, más o menos por el mes de agosto de 2004, los gremialistas realizaron sendas proclamaciones electoralistas para ambos candidatos, hecho que consumó el secuestro premeditado. Ahora se debe pagar un rescate.
¿Cuál es el fin de este disfrazado secuestro? Ellos quieren seguir eludiendo los tributos municipales y menguar mucho más las arcas municipales, que para la gestión 2005 se encontrarán absolutamente miserables para a pagar la farra de diez años de gobierno eneferista, del que también los minoristas formaron parte. La Alcaldía esta sumamente endeudada y la primera labor es sanear esas finanzas que permitan un desarrollo humano firme y sostenido en nuestro ayuntamiento.
Estamos seguros que los candidatos prometieron nuevos mercados y mejores infraestructuras en los ya existentes. Ese es otro rescate que se debe pagar por este secuestro. Nada hace presumir que esa inversión comprometida de fondos municipales tenga algún retorno a través de tasas u otro tipo de contribuciones que se podrían recaudar de los comerciantes minoristas en beneficio de la colectividad.
El poder de los gremialistas es real, y socialmente indiscutible, no como colectividad sino como minoría, entre otras muchas. Este tema de las minorías es irrebatible a la vista de los gobernantes actuales, sean nacionales o regionales, porque en octubre de 2003 se conoció que los gobiernos no habían sido de las mayorías, sino de las minorías. Así el discurso marxista de las masas ha quedado poco menos que liquidado.
Estas actitudes arrinconadas de la vida en sociedad, sólo están permitiendo que reflexionemos sobre la necesidad de desarrollar, entre todos y ahora más que nunca, la conciencia tributaria, independientemente a que minoría pertenezcamos. Si sólo recordáramos que tenemos la obligación constitucional de contribuir de acuerdo con nuestra capacidad económica, no existirían esas diferencias deformantes que fomentan el beneficio de unos o el detrimento en otros.
Siempre hemos insistido que los bolivianos, en general, somos muy buenos para reclamar igualdad de derechos, pero a la hora de cumplir con las obligaciones somos absoluta y diametralmente desiguales.
Un mensaje para los candidatos a la Alcaldía, Lema y Terceros: Es hora de revolucionar completamente la mente, el cuerpo y el espíritu municipal. Si de Cochabamba no salen las propuestas de creación de nuevas instituciones jurídicas que se acomoden a las necesidades de todos los grupos humanos, sean minorías o colectivos sociales, tengan la seguridad que cualquier molestia será el detonante útil para la corrida social. Antes que ocurra esto se impone el cambio total. Si están pensando en mantener los métodos y a los operadores del descalabro en sus cargos ediles, será prudente comenzar a buscar los mejores burros y ubicarlos en la puerta del Concejo. Salir de Cochabamba ahora no es tan difícil, incluso montado en cualquier cosa. Ultimo: el egoísmo de las minorías, nos está impidiendo hacer y construir una sociedad variada, colorida, mestiza, equilibrada, solidaria, contributiva y, ante todo, vivible. Los impuestos, de algún modo y cuando los pagamos proporcionalmente, nos unen. Definitivamente, también nos benefician. Así con gusto elegiríamos a cualquier alcalde que se proponga cambiar totalmente. Si Terceros o Lema se propusieron seguir haciendo lo mismo que el NFR, como es lógico, obtendrán siempre los mismos resultados. Ellos permitirán o no que todos sigamos secuestrados.