El pasado viernes la Aduana Nacional de Bolivia incautó un cargamento de armas de grueso calibre, 34 fusiles y 41 pistolas, que llegaron a Santa Cruz procedentes de EEUU. Recordando los siniestros detalles del entramado caso del “Hotel Las Américas”, me atrevo a conjeturar algunas estratagemas que el Gobierno ha fabricado de antemano para enlodar a la oposición, o por lo menos sacarla de quicio y que dispare la primera bala. Con esta incautación aduanera, me adelanto a descubrir el plan gubernamental para reactivar sus farsas y trampas con el fin de victimizarse y acusar artificialmente a sus enemigos de una guerra armada para “derrocar antidemocráticamente” al gobierno agredido, mediante un golpe de estado. No me ha resultado difícil idear que el cargamento de armas fue enviado encubiertamente por algún agente azul desde EEUU y remitido a nombre de algún incauto opositor; que al final de cuentas terminará detenido y acusado por graves delitos. Una vil treta, como siempre.
Lo que resulta claro es que el Gobierno ha visto en peligro su futuro y está bosquejando unas guerras civiles contra sus opositores. No fue un evento aislado que el militante masista David Choquehuanca haya anunciado “una matanza” si Evo Morales no resulta reelegido a perpetuidad. Nuevamente ratifico mi sospecha de que los azules se están armando, para esparcir violencia y provocar guerrillas urbanas, y así derivar en un nuevo orden constitucional antes de diciembre de 2019. Nadie ya pone en duda que la consigna del partido gubernamental es inmortalizar a Evo Morales en el poder, por las buenas o las malas. Hace algunas semanas atrás ya afirmé desde esta columna que Evo está en el poder y ahí quiere quedarse, aunque sea por la vía armada. Que no quede dilema alguno, los militantes azules están, desde hace once años, en posesión de las armas y sólo están esperando el primer balazo perturbador.
Si el fin del gobierno es glorificar a Evo Morales en la silla presidencial, en la lógica masista los medios se justifican con una revolución furibunda de la que emerja un nuevo estado de cosas, un nuevo orden estatal, una nueva constitución, un nuevo recuento de periodos de mandato, una nueva reelección. Entonces lo mejor que podríamos hacer los ciudadanos honestos es ignorar esas provocaciones, y conservar la prudencia y el discernimiento, y con mayor razón en esta oportunidad en que se descubren armas de contrabando, o el ex canciller anunciando matanzas, o la ex amante del presidente prometiendo decir la “verdad con todas sus variantes” (¿?).
El partido de gobierno, con una soberbia inusitada, no sólo está negando la voluntad del pueblo que el 21F ha impedido su reelección, sino que está atropellando la inteligencia ciudadana de modo irreversible. Aquí es que recurro a la sensatez y afirmo que no existe procedimiento legal o constitucional alguno, de carácter democrático, que permita la reelección de Evo Morales. Es que sencillamente las urnas podrían no sólo ratificar el resultado del 21F sino dar un batacazo democrático al masismo en su conjunto, y esto sí que lo saben esos agentes que medran en Palacio Quemado. Para quedarse en el poder y gobernar unilateralmente, la salida rápida de los masistas es amordazar al ciudadano y lograr que consienta una guerra violenta.