¿Cuándo murió Oscar Unzaga de la Vega?

¿Qué encontramos al leer la biografía novelada de las últimas horas del líder falangista Oscar Unzaga de la Vega, “Morir en mi cumpleaños”, construida escrupulosamente por la escritora paceña Lupe Cajías? Primero, un escrito honesto del género “no ficción” muy bien documentado sobre el proceso investigativo de esta muerte, y después la reconstrucción de una vida contada por el propio Unzaga, más todas las eventualidades de la historia de la Falange Socialista Boliviana (FSB), partido político que representó a la oposición estéril que se enfrentó al Movimiento Nacionalista Revolucionario, tras la rebelión de 1952. En suma, un libro sobre la historia boliviana reciente que merece leerse y releerse, en especial entre los jóvenes nacidos después del proceso de recuperación democrática iniciado en 1982. Para ellos está diseñado este relato muy desgarrador sobre la brutalidad física y la presión psicológica que acometían los políticos entre sí, en pleno siglo XX, y siempre movidos por atrevimientos apasionados y no por buenas razones. Felizmente esta parte de nuestra historia ya está recuperada en un documento valioso y Lupe Cajías ha triunfado en ese intento.

Pero el gran aporte contenido en esta novela es la descripción exactamente comprensiva y conmovedora de ese hombre y su figura. Unzaga de la Vega no era más que un prójimo abismalmente bucólico, íntimamente comprometido con la vida campestre y siempre ocupado en hacer otras cosas. Su aspecto célibe ya delataba su infelicidad, sus frustraciones y, por demás, su abierta soledad. Así murió, deprimido y en medio de un cuarto de baño, lejos de sus antiguos partidarios y muy cerca de la persona que le dio aquel tiro de gracia. Dos balas en su cráneo de armas diferentes, la primera del suicidio y la segunda del homicidio. Pero este mortal no se terminó ahí, se acabó antes y con las consecuencias funestas de la Guerra del Chaco que le obligaron a empotrar la tragedia en su historia personal. Muy joven perdió a su padre, la guerra y una enfermedad les quitaron a sus hermanos, siempre caminaba herido de muerte en medio de una patria lastimada y en compañía de una desventurada madre.

Estas pasiones luctuosas le impulsaron, con tan sólo 21 años, a fundar su partido político, como una radical respuesta a las tendencias ateas enarboladas por el penetrante comunismo soviético. Entre la doctrina falangista y los militantes de su partido FSB siempre se impuso el semblante de la madre de Unzaga, que destilaba un fervor católico que hacía temblar y conmover al más astuto marxista. El rol que cumplió el líder de FSB en la historia nacional del siglo XX fue determinante para abonar una época cargada de violencia, sin derechos para los ciudadanos pero con muchas obligaciones para los patriotas. La consigna: Hay que liquidar definitivamente al oponente, el antagonista, el adversario o el enemigo, cueste lo que cueste. Así quedó registrada su convocatoria: “… la piel del hombre no tiene más perfume… ni rocío que el sudor y la sangre… ¡Que nada te detenga!”.

Oscar Unzaga de la Vega murió el 19 de abril de 1959, el mismo día de su cumpleaños y con la frustración de no haber sido posesionado como un presidente de facto más. Murió lejos de la campiña cochabambina que tanto amaba y terminó con su vida interpretando un papel que ya no ambicionaba. Con la novela histórica de Lupe Cajías se devela la sombra de misterio que cubrió ese “supuesto suicidio” que no explicaba cabalmente ese “supuesto asesinato”, que conmovió a un país entero. Agonizar a los 43 años cumplidos, esperando un tiro de gracia de un personaje, hasta ahora anónimo, explica fácilmente el último fracaso de un suicida permanente. En fin, Lupe Cajías ha desenvuelto a un ser humano de carne y hueso, para dejarnos en claro que Unzaga murió cuando más quería.

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