Con la edición de Los Tiempos del pasado martes y de primer impacto visual, me enteré que el candidato Gonzalo Lema había renunciado al MAS y que la suplente Celima Torrico asumiría la primera concejalía. Quedé absorto por el panorama incierto que preveía para enero de 2005, porque sería inédito el hecho de que la candidata Torrico pretenda disputar la Alcaldía con Gonzalo Terceros. Caí en la plenitud del “Día de Inocentes”. El día miércoles siguiente, nuevamente con el diario en las manos, me topé con este titular: “Mallón amenaza con romper trato con Chaly”. Este concejal electo exigía una purga total de eneferistas de la agrupación Ciudadanos Unidos (CIU). Esta noticia ya no constituye una inocentada y la seriedad de la amenaza sólo vislumbre una incertidumbre total que se prolongará más allá del 10 de enero de 2005.
Estos mensajes de Mallón y la persistencia de Lema en su postura de respecto a la primera mayoría, más los augurios políticos del concejal Coca del MAS, sólo están pintando un escenario desbordado, lo cual nos obliga a tomar algunas medidas de precaución y estar preparados para identificar, anteladamente, a algunos mediadores serios para un conflicto anunciado y supuestamente insalvable.
Será un gobierno municipal difícil. El MAS abrirá la olla para acusar a la gestión eneferista y lo que queda es que CIU intentará taparla. Presagios de una tormenta aciaga y bastante desordenada al principio, pero es algo por lo que hay que pasar para conocer la cara y la mente de cada uno de los nuevos concejales y sus verdaderas intenciones.
Es casi general el sentir de todos los cochabambinos que la reunión de los intereses de esta vecindad gira en torno a Gonzalo Terceros. El complejo de incredulidad radica en la numerosa y heterogénea compañía que rodea a este candidato. No podemos olvidar ni negar que desde julio de 2004 una buena parte de los trabajadores municipales, con el fin de conservar sus puestos ediles, en la mañana hacían campaña por la NFR y en la noche por CIU. En otras palabras, ahora Terceros tiene que pagar muchas facturas y el pago se notará en la ratificación de algunos ejecutivos; y principalmente empleados municipales, sino la mayoría de ambos grupos.
Estos funcionarios ediles tienen una poderosa influencia sobre Terceros, lo cual le impedirá satisfacer las demandas de su transitorio aliado Edwin Mallón, que ya identificó este problema. Todo este panorama evidencia que no existe un centro firme para la reunión de las ideas y de programas.
El candidato Gonzalo Lema tiene el control sobre el don de reunir a la gente que, como él, no ambiciona ventajas particulares para sí, y tiene la capacidad de trabajar desinteresadamente a favor de la unidad general. Esta labor puede resultar coronada por el éxito si se enmarca en el valor del bien, simplemente. Pero estas características no serían ajenas a Gonzalo Terceros, si llega a un acuerdo aglutinador con el MAS, de lo contrario sólo veríamos egoísmo y continuismo.
Por eso es necesaria una fuerza moral concentradora y ligadora que se funde en grandes sacrificios a cambio de grandes obras y acciones positivas. Queremos decir que los empleados y trabajadores municipales apañados por el NFR y utilizados por CIU deben irse, simple y llanamente, ese es el simple sacrificio en beneficio de la moralidad institucional. Porque estos empleados serán la quinta columna que al inicio sirvan como el elixir vital y a los pocos meses como el veneno mortal. Terceros, Lema, Mallón, etc. ofrecieron renovación y no continuismo. Sólo Jhonny Antezana apostó a la continuidad y perdió.
Insistimos que se impone el cambio total. Si los nombrados están pensando en mantener los métodos y a los operadores del descalabro en sus cargos ediles, será mejor pregonar con sinceridad y confirmar el mensaje de que el continuismo se impone.
Es de suma trascendencia, para Terceros como para Lema, pensar en lo negativo que sería permanecer sólo y aislado, porque a ambos les podría acarrear el fracaso. Hay que intervenir y no quedarse mirando. El desorden y la incertidumbre que se vislumbran están incubando los principios de un orden pleno y nuevo, que es lo que quieren todos los vecinos de Cochabamba y, porque no, sus nuevos concejales. Si el papel de todos los concejales lectos para enero de 2005 es de enmarañar todo, cabe que, bajo su propia responsabilidad, se despojen de egoísmos y ordenen noblemente todo este escenario, que ya se tornó intolerable incluso para los más inocentes.