La comunidad había entendido que la solución al problema que surgió en la UMSS, sobre la titularización escabrosa de algo más de 900 docentes, pasaba por la convocatoria general y periódica a exámenes de competencia y concurso de méritos; de tal modo de normalizar la selección académica, conservar a los docentes valiosos, aplazar a los mediocres y permitir el ingreso de los mejores profesionales como docentes nuevos. El Consejo de la UMSS el viernes pasado ha tomado la decisión de revocar la primera titularización y extrañamente ha decidido conservar a los mismos docentes y titularizarles en cuatro modalidades, es decir que en el tablero siguen las mismas fichas, pero en diferentes casillas.
A todas luces esta revocatoria simplemente ha generado un efecto placebo en la comunidad y ha consolidado los deseos inmorales de muchos docentes de contar con un simple contrato de trabajo, un sueldo seguro y la expectativa de una jubilación digna. De una manera muy egoísta, se ha dejado de lado el fin social y moral que correspondería a una selección docente transparente y científicamente acorde con la renovación. Todo nos indica que la condición era de carácter laboral, y lo que menos ha importado ha sido la calidad profesional y el mérito académico; en fin, se ha obligado a la comunidad a renunciar de los beneficios que la alta cultura otorga.
Nadie va a negar el hecho de que existen docentes extraordinarios con una “extraordinaria” capacidad académica, pero menos alguien ha de desmentir de que una buena parte de los docentes extraordinarios se han visto favorecidos con una titularización sin superar los mínimos niveles de calidad profesional. Serán pues estos docentes los que formen a los futuros profesionales con unos paradigmas de éxito muy por debajo de las expectativas que tiene la sociedad respecto de la educación superior. Entonces queda claro de que la universidad seguirá conservando a esos docentes para los que “todo vale y nada importa”. Si lo que debía primar es el desafío moral de superarse cultural y científicamente, al revocar la decisión de la titularidad forzada y al crear unas modalidades de titularización, lo que se ha privilegiado al interior de la UMSS es el ejercicio del poder, el trueque de favores y las mil formas para utilizar la maña en detrimento de la cultura. El texto de la resolución de revocatoria no garantiza que los docentes titularizados prioricen su sacrificio académico en beneficio de la colectividad, han pesado más sus ansias de estabilidad laboral, lo demás les ha importado algo menos que quisquilla. Enorme frustración.
A todos nos queda clara la idea de que la universidad es el ámbito donde se dota a los alumnos de conocimientos, habilidades y erudición, en el mejor de los casos se les inyecta sobredosis de cultura. Esta misión institucional que tiene cualquier universidad siempre ha de tender a mejorar el perfil y la calidad de los profesionales que egresan de las casas superiores de estudios; y sin duda esa mejora tiene un efecto directamente proporcional en la sociedad. Una sociedad con buenos profesionales y docentes universitarios es una buena sociedad, definitivamente. Ninguna de estas básicas premisas se ha privilegiado para justificar la decisión de titularizar a los docentes, tan sólo han peleado para gozar de un contrato indefinido de trabajo y pedir respeto a sus derechos laborales. Todo ha cambiado para seguir igual.