El test que sigue ha sido elaborado para descubrir el grado de cojudez que ejerce cada ciudadano o ciudadana en particular. Al final se encuentran las valoraciones que identifican el patrón de idiosincrasia al que pertenece la persona sometida al cuestionario. Es importante que la respuesta sea lo más sincera posible, por eso se asigna un punto por cada respuesta afirmativa.
1.- ¿Haces grandes esfuerzos para comprar un vehículo legalmente importado? SI – NO
2.- ¿Respetas las señales de tránsito, los semáforos y zonas de parqueo? SI – NO
3.- ¿Seleccionas y depositas la basura en los lugares señalados? SI – NO
4.- ¿Hiciste fila todo un día en la inspección técnica vehicular para lograr la roseta? SI – NO
5.- ¿Después de masticar coca depositas el bollo verde en el basurero? SI – NO
6.- ¿En las marchas o cuando te manifiestas por cualquier motivo, orinas o defecas en los servicios higiénicos públicos o privados? SI – NO
7.- ¿Tienes registro tributario, pagas tus impuestos mensualmente y entregas facturas por cualquier venta que haces? SI – NO
8.- ¿Sí encuentras una fuga de agua en tu barrio, avisas a la empresa municipal para que repare la avería? SI – NO
9.- ¿En las fiestas de la oficina, respetas el honor y la decencia de tus compañeras o compañeros que se embriagaron o perdieron la conciencia? SI – NO
10.- ¿Piensas y decides libremente, convives pacíficamente con tus semejantes y crees que todos somos iguales ante la ley? SI – NO
10 puntos para el “cojudo por excelencia” que tontamente cree en el Estado de Derecho, el imperio de la ley y la justicia. Este tipo de personas ejercen la cojudez pretendiendo ser unos ciudadanos comprometidos o unas ciudadanas de esas que ingenuamente están educando a sus hijos con la premisa perentoria de que Bolivia los necesita hoy más que nunca. No es urgente tener más personas como estas porque deslucen los postulados del proceso de cambio.
Entre 9 y 6 puntos definen al “cojudo mediocre”, ese tipo de personajes que están dudando entre sacar provecho personal ante cualquier eventualidad o proponerse firmemente un cambio radical en su conducta de tal modo de perjudicar a su familia y a toda la gente que le rodea.
5 puntos o menos califican al vivo o al inteligente, ese personaje que sigue designios impersonales y enarbola las banderas del cambio. Ejerce el culto a la personalidad de su líder y hace la diferencia a favor del bienestar del país siempre en función de ideas e iniciativas ajenas. Para él y sus hermanos todos somos unos cojudos porque no nos esforzamos en comprender que el poder absoluto tiene ventajas cualitativas. El perfil perfecto para participar en cualquier cargo de responsabilidad.
Este test bien podría constituir un anexo del nítido artículo “Defendamos la cojudez”, publicado el pasado viernes en este vecindario de papel y escrito por la comunicadora social Mónica Olmos Campos; mi amiga, tan cojuda como yo. Así como fui aludido en esa nota, es mi deber coincidir con ella cuando dice: “… cojudo quiere decir tonto, bobo, algo que yo prefiero ser toda la vida antes de engrosar la lista de sinvergüenzas”. Así es, por eso ejerzamos la cojudez sin demoras.