El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) notificó este viernes la admisión a trámite del recurso presentado por el oficialismo para habilitar la repostulación indefinida del Presidente y el Vicepresidente, amparados en la imaginada inconstitucionalidad de cinco artículos de la Ley Electoral y la inaplicabilidad de cuatro de la Constitución Política. Entonces la etapa para materializar la repostulación indefinida de Evo Morales, contra todo pronóstico racional, está perfectamente cumplida. Evo será candidato en las elecciones de diciembre de 2019, punto. Entonces, ¿qué se viene?.
Al partido de gobierno y a todos los agentes azules les urge ganar las elecciones presidenciales con un 40% de votos válidos como mínimo y lograr una diferencia de por lo menos del 10% con la candidatura rival, con el fin de evitar la segunda vuelta electoral. Probablemente esa candidatura será conformada por el bloque opositor y en ese anhelo aglutinador algunos ex presidentes y líderes de oposición cerraron filas denunciando y expresando cuestionamientos duros sobre los afanes dictatoriales de Evo Morales, alertando sobre los riesgos reales para la democracia; y últimamente rechazando la decisión de los magistrados del TCP de admitir el recurso del oficialismo para viabilizar la repostulación del presidente. Estas actuaciones opositoras a primera vista denotan un alto sentimiento altruista de renunciamiento personal para lograr una alternativa popular de amplia base que expulse a los masistas del gobierno, devuelva la democracia real a los bolivianos y retome los causes racionales del ejercicio del poder dentro los cánones del Estado de Derecho.
¿Cuál es el siguiente paso del oficialismo?: Atomizar a la oposición, en tantos fragmentos como abejas tiene una colmena. Si el propósito de la oposición es unirse contra el masismo, lo que le corresponde obviamente al oficialismo es abortar esa intención y fracturar cualquier alianza. En ese afán, el gobierno durante la última década ha armado un sinfín de juicios contra sus opositores, les ha escarmentado con actos violentos, además de desprestigiarles, perseguirles y encarcelarles. Los ejemplos sobran para demostrar que el masismo no ha descansado en la tarea de hundir cualquier proyecto rival.
Como todos mis lectores he oído y visto de todo, pero en días pasados he quedado perplejo cuando al leer un correo electrónico, enviado por un militante masista que siempre destroza mis artículos, me enteré que el gobierno está planeando una amnistía política a favor de todos los políticos opositores exiliados, para “favorecer a la democracia”, me decía, “de tal modo que vuelvan al país para ejercer sus derechos políticos”. Después de razonar con paciencia, recién entendí que serán esos amnistiados los que se encarguen de atomizar el proyecto opositor. Esos mismos refugiados son pues “connotados líderes” muy ególatras y vanidosos, que no están dispuestos a formar parte de alguna coalición en la que se prescinda de su liderazgo. De ser cierta esa amnistía azul, la división opositora estará servida y terminará aniquilando cualquier proyecto visionario de sustitución del masismo. No me atrevo a pensar siquiera qué harán los líderes amnistiados de la NFR o el MNR, por ejemplo, para reagrupar a sus militantes del siglo pasado, si todos ellos en el siglo presente se volcaron con el masismo. En política vale todo, dicen. Qué triste es nuestra historia.